Imágenes de la ciudad castellana de Valladolid hechas por mí el pasado y caluroso día 27 de Agosto
Historia de Valladolid
Historia de Valladolid
Existe una hipótesis lingüística que explica el nombre de Valladolid a partir de un topónimo de origen celtorromano: valle tolitum, es decir "valle de aguas", lo cual permite suponer la existencia de una villa durante la romanización que también sobrevivió a la dominación visigoda. Tras la invasión musulmana, la cuenca del Duero quedó desierta. El repoblamiento de la zona se inicia tan sólo al comenzar el rey Alfonso III el fortalecimiento de sus territorios fronterizos a finales del siglo IX. Durante el reinado de Fernando I experimenta su primer aumento de población, y bajo el mandato de Alfonso VI (siglo XI) la villa comienza lentamente a desarrollarse.
En 1072 este monarca concede al Conde D. Pedro Ansúrez el señorío de la villa de Valladolid, que sus herederos, los Condes de Urgel, conservarían hasta el 1208. Este conde fue verdaderamente el impulsor de su desarrollo: su propio palacio, la Colegiata y la iglesia de la Antigua, son muestras, aunque muy transformadas, de su esfuerzo por engrandecerla. De ahí el homenaje permanente que Valladolid dedica a quien considera su fundador. A partir de esa época, la población continúa creciendo y va siendo escenario de Cortes y Concilios. Los nobles eligen la villa para construir sus palacios y contribuyen así a hacerla más atractiva. La coronación de doña Berenguela tiene lugar en 1217 en la Plaza del Mercado (hoy, plaza de la Universidad). Lo que sería el germen de la actual universidad empieza a funcionar en el siglo XIII. En el año 1.300, doña María de Molina, reina regente, fija su residencia en la villa y la engrandece notablemente. Enrique II establecerá en ella el primer Tribunal de Chancillería. Es cuna de reyes como Enrique IV, que nace aquí en 1425, o Felipe II (1527). Es también el lugar escogido para bodas reales: en 1469 contraen matrimonio los Reyes Católicos en el palacio de los Vivero, dándose comienzo aquí a la futura unidad de los reinos españoles. Aquí se establece también uno de los tristemente famosos Tribunales de la Santa Inquisición. A raíz de la relevancia y poder conseguido por la nobleza castellana durante el reinado de los Reyes Católicos, surge una gran crisis política a la muerte de Isabel la Católica, ya que dejan de ocupar la situación preponderante a la que se habían acostumbrado durante dicho reinado. Valladolid se convierte así en el centro del movimiento de los Comuneros de Castilla, hasta su derrota en Villalar, en el año 1521.
Culturalmente, se produce en este momento un importante renacimiento artístico que dará lugar a esplendorosas escuelas de escultura. La época de Carlos I no dió demasiada relevancia histórica a Valladolid; pero fue Felipe II, su hijo, quien le concedió finalmente el título de ciudad, por haber sido el lugar de su nacimiento, convirtiéndola además en la capital política y administrativa del Reino. En 1559 y según los cronistas de la época, debido a circunstancias económicas -como la escasez de madera en la zona, tan necesaria para la construcción-, se traslada la Corte a Madrid. En 1561 Valladolid sufre un importante incendio, a consecuencia del cual la zona del centro quedó gravemente dañada. Por primera vez en España se diseña una plaza Mayor de disposición regular que servirá de ejemplo para otras construcciones posteriores. En la misma época, el rey encomienda a Juan de Herrera la construcción de unos grandes depósitos con una costosa obra de acueductos para abastecer de agua a la ciudad (Arcas Reales). El Duque de Lerma fue un gran impulsor del desarrollo de la ciudad realizando grandes obras ornamentales en palacios e iglesias y promoviendo la construcción de hermosos paseos. Tras haber sido encumbrada a capital de España de 1601 a 1606, Valladolid irá perdiendo paulatinamente importancia hasta el siglo XIX, en el que nuevas obras dan origen a un hermoso jardín (Campo Grande) y se construyen los ensanches de Recoletos y Miguel Íscar. El siglo XVII está marcado por la decadencia en todos los aspectos. La breve estancia de la Corte entre 1601 y 1606 no resuelve ningún problema, ni económico ni social, y a su marcha se hace más patente la crisis. El declive se puede observar tanto en el aspecto demográfico (fuerte descenso de la población) como en el económico, decayendo la industria artesanal y disminuyendo también las rentas del campo. Los primeros síntomas de recuperación sólo se verán a partir de la década de 1670. Se inicia un proceso de modernización, gracias principalmente a la reactivación del sector textil, que transformará la ciudad paulatinamente, alcanzándose el s. XVIII con una mejora generalizada de las condiciones de vida en la ciudad. Es en este siglo cuando surgen iniciativas como el trazado del Paseo de Las Moreras, o la ordenación del Campo Grande, nuevos espacios verdes para la ciudad. En este periodo se produce también la canonización de San Pedro Regalado (1746), patrón de la ciudad, hecho que tuvo una gran trascendencia.
Los comienzos del s. XIX estarán marcados por la Guerra de la Independencia. Valladolid es una ciudad de gran importancia estratégica, y asimismo conserva un destacado papel administrativo, por lo que se convierte en objetivo para los franceses, quienes tratan de apoderarse de ella, y pasan a controlarla militarmente tras la batalla de Cabezón. A partir de 1813 son expulsados y Valladolid se ve marcada por los sucesivos vaivenes políticos (Trienio Liberal, Restauración...), sucediéndose los cambios de gobierno. En el plano económico, a pesar de su economía fundamentalmente agraria, es una ciudad que destaca gracias a su ubicación geográfica, como eje de la zona norte. El sector agrícola sufre viarias plagas y problemas de abastecimiento; la industria textil adquiere gran relevancia, ocupando a un tercio de la población, aunque desaparecerá casi en su totalidad con la guerra. Durante la década de 1850 se produce una espectacular transformación material y social. A pesar de la fuerte presencia del conservadurismo en la vida local, un grupo social más dinámico, la denominada burguesía harinera, empieza a hacerse notar y se reafirmará con la Restauración. La base del despliegue económico está en la revolución de los transportes, con el Canal de Castilla y la llegada del ferrocarril a la ciudad, que impulsarán fuertemente el comercio y desarrollarán la industria local (harineras). También se desarrollará el sistema financiero, con la creación del Banco de Valladolid en 1856 y la aparición de sociedades de crédito. La crisis se producirá en 1864, con el hundimiento del Banco de Valladolid y la aparición de hambrunas. En el último tercio de siglo, la ciudad, marcada por la crisis, avanza muy lentamente. El sector secundario es muy reducido, apareciendo el terciario como líder de los sectores productivos.
El s. XX se inicia en Valladolid con una coalición de republicanos, unionistas y liberales, donde las élites políticas controlan sin problemas la gestión ciudadana. Hasta la Dictadura de Primo de Rivera, los alcaldes son designados por el poder central, y reflejan la inestabilidad imperante. Tras el golpe militar de 1923 se disuelve el Ayuntamiento, siendo destituido el alcalde constitucional, y a partir de 1924 entra en vigor el Estatuto Municipal, quedando Ayuntamiento y Diputación en manos de la arbitrariedad del gobierno. Con la 2ª República (1931-1936) se celebran elecciones municipales y se constituye un Ayuntamiento presidido por Federico Landrove Moiño. En este periodo continúa creciendo la población, siendo los problemas más graves de la ciudad la insuficiencia de viviendas y la insalubridad de los barrios obreros. El sector terciario se encuentra en decadencia, y el secundario en fase de desarrollo, cayendo las actividades primarias. A pesar de la proletarización del campesinado, no hay una especial conflictividad social. Al declararse la Guerra Civil, Valladolid opta por el bando nacionalista. El Ayuntamiento queda convertido en una comisión gestora, y la ciudad estará controlada por el ejército y las fuerzas de orden público, comenzando una persecución de todos aquellos simpatizantes con la izquierda. Posteriormente será sede del gobierno general y alto tribunal de justicia militar. Con el final del conflicto comienzan a manifestarse las dificultades de la postguerra (falta de viviendas, racionamientos...).
La población de Valladolid mantiene un crecimiento continuado desde 1940, al configurarse como una ciudad industrial. La vida estará marcada por los efectos de la guerra civil, principalmente por el hambre y la profunda crisis. Con la apertura del régimen al exterior a finales de los años 50, se produce una mejora en el aspecto económico, finalizando el racionamiento. En la ciudad se produce una profunda transformación socioeconómica, acelerándose el paso de una sociedad rural y agraria a otra urbana e industrial. Valladolid fue incluida en el Plan de Desarrollo de 1964 con importantes inversiones que generaron puestos de trabajo. El más relevante es el sector metalúrgico (Endasa), junto con el de automóviles (Fasa) y las fábricas de piensos, abonos (Nicas)...Sin embargo, la industria harinera entra en declive. La capital se transforma profundamente, tanto en las áreas industriales como con la expansión de las zonas de viviendas, gran parte de ellas subvencionadas, que originan nuevos barrios, y resolverán el problema del alojamiento de las numerosas familias llegadas de zonas rurales.
Tras la muerte de Franco se inicia un periodo de transición marcado por la convocatoria de elecciones, para lo cual debía producirse la legalización de los partidos políticos. En Valladolid triunfan siempre los socialistas. Tras las primeras elecciones se constituyen dos asambleas regionales en Villalar (socialistas) y Monzón (UCD), y se constituye también la Asamblea del Plenario de Parlamentarios, con la finalidad de obtener el decreto de preautonomía para Castilla y León. Se aprueba el 13 de junio de 1978 con un ámbito territorial que comprendía Cantabria y La Rioja. El 7 de junio de 1981 la Asamblea de parlamentarios y diputados provinciales aprobó en Salamanca el proyecto de Estatuto remitido al Congreso y al Senado, y se le dio luz verde en 1983. Las sedes de la Cortes y de la Junta de Castilla y León se fijan en Valladolid, y el Tribunal de Justicia en Burgos.
En la actualidad, con una población de más de 350.000 habitantes, Valladolid se ha fortalecido como capital regional y se ha convertido en una ciudad moderna y acogedora en continuo desarrollo urbanístico, lo que le permite ofrecer innovadoras propuestas culturales (Museo de Arte Contemporáneo, Museo de la Ciencia ) urbanísticas ( rehabilitación de la iglesia de San Agustín, recuperación del Casco Histórico...) y turísticas, atractivas tanto para el visitante como para quienes la han convertido en su lugar de residencia.
En 1072 este monarca concede al Conde D. Pedro Ansúrez el señorío de la villa de Valladolid, que sus herederos, los Condes de Urgel, conservarían hasta el 1208. Este conde fue verdaderamente el impulsor de su desarrollo: su propio palacio, la Colegiata y la iglesia de la Antigua, son muestras, aunque muy transformadas, de su esfuerzo por engrandecerla. De ahí el homenaje permanente que Valladolid dedica a quien considera su fundador. A partir de esa época, la población continúa creciendo y va siendo escenario de Cortes y Concilios. Los nobles eligen la villa para construir sus palacios y contribuyen así a hacerla más atractiva. La coronación de doña Berenguela tiene lugar en 1217 en la Plaza del Mercado (hoy, plaza de la Universidad). Lo que sería el germen de la actual universidad empieza a funcionar en el siglo XIII. En el año 1.300, doña María de Molina, reina regente, fija su residencia en la villa y la engrandece notablemente. Enrique II establecerá en ella el primer Tribunal de Chancillería. Es cuna de reyes como Enrique IV, que nace aquí en 1425, o Felipe II (1527). Es también el lugar escogido para bodas reales: en 1469 contraen matrimonio los Reyes Católicos en el palacio de los Vivero, dándose comienzo aquí a la futura unidad de los reinos españoles. Aquí se establece también uno de los tristemente famosos Tribunales de la Santa Inquisición. A raíz de la relevancia y poder conseguido por la nobleza castellana durante el reinado de los Reyes Católicos, surge una gran crisis política a la muerte de Isabel la Católica, ya que dejan de ocupar la situación preponderante a la que se habían acostumbrado durante dicho reinado. Valladolid se convierte así en el centro del movimiento de los Comuneros de Castilla, hasta su derrota en Villalar, en el año 1521.
Culturalmente, se produce en este momento un importante renacimiento artístico que dará lugar a esplendorosas escuelas de escultura. La época de Carlos I no dió demasiada relevancia histórica a Valladolid; pero fue Felipe II, su hijo, quien le concedió finalmente el título de ciudad, por haber sido el lugar de su nacimiento, convirtiéndola además en la capital política y administrativa del Reino. En 1559 y según los cronistas de la época, debido a circunstancias económicas -como la escasez de madera en la zona, tan necesaria para la construcción-, se traslada la Corte a Madrid. En 1561 Valladolid sufre un importante incendio, a consecuencia del cual la zona del centro quedó gravemente dañada. Por primera vez en España se diseña una plaza Mayor de disposición regular que servirá de ejemplo para otras construcciones posteriores. En la misma época, el rey encomienda a Juan de Herrera la construcción de unos grandes depósitos con una costosa obra de acueductos para abastecer de agua a la ciudad (Arcas Reales). El Duque de Lerma fue un gran impulsor del desarrollo de la ciudad realizando grandes obras ornamentales en palacios e iglesias y promoviendo la construcción de hermosos paseos. Tras haber sido encumbrada a capital de España de 1601 a 1606, Valladolid irá perdiendo paulatinamente importancia hasta el siglo XIX, en el que nuevas obras dan origen a un hermoso jardín (Campo Grande) y se construyen los ensanches de Recoletos y Miguel Íscar. El siglo XVII está marcado por la decadencia en todos los aspectos. La breve estancia de la Corte entre 1601 y 1606 no resuelve ningún problema, ni económico ni social, y a su marcha se hace más patente la crisis. El declive se puede observar tanto en el aspecto demográfico (fuerte descenso de la población) como en el económico, decayendo la industria artesanal y disminuyendo también las rentas del campo. Los primeros síntomas de recuperación sólo se verán a partir de la década de 1670. Se inicia un proceso de modernización, gracias principalmente a la reactivación del sector textil, que transformará la ciudad paulatinamente, alcanzándose el s. XVIII con una mejora generalizada de las condiciones de vida en la ciudad. Es en este siglo cuando surgen iniciativas como el trazado del Paseo de Las Moreras, o la ordenación del Campo Grande, nuevos espacios verdes para la ciudad. En este periodo se produce también la canonización de San Pedro Regalado (1746), patrón de la ciudad, hecho que tuvo una gran trascendencia.
Los comienzos del s. XIX estarán marcados por la Guerra de la Independencia. Valladolid es una ciudad de gran importancia estratégica, y asimismo conserva un destacado papel administrativo, por lo que se convierte en objetivo para los franceses, quienes tratan de apoderarse de ella, y pasan a controlarla militarmente tras la batalla de Cabezón. A partir de 1813 son expulsados y Valladolid se ve marcada por los sucesivos vaivenes políticos (Trienio Liberal, Restauración...), sucediéndose los cambios de gobierno. En el plano económico, a pesar de su economía fundamentalmente agraria, es una ciudad que destaca gracias a su ubicación geográfica, como eje de la zona norte. El sector agrícola sufre viarias plagas y problemas de abastecimiento; la industria textil adquiere gran relevancia, ocupando a un tercio de la población, aunque desaparecerá casi en su totalidad con la guerra. Durante la década de 1850 se produce una espectacular transformación material y social. A pesar de la fuerte presencia del conservadurismo en la vida local, un grupo social más dinámico, la denominada burguesía harinera, empieza a hacerse notar y se reafirmará con la Restauración. La base del despliegue económico está en la revolución de los transportes, con el Canal de Castilla y la llegada del ferrocarril a la ciudad, que impulsarán fuertemente el comercio y desarrollarán la industria local (harineras). También se desarrollará el sistema financiero, con la creación del Banco de Valladolid en 1856 y la aparición de sociedades de crédito. La crisis se producirá en 1864, con el hundimiento del Banco de Valladolid y la aparición de hambrunas. En el último tercio de siglo, la ciudad, marcada por la crisis, avanza muy lentamente. El sector secundario es muy reducido, apareciendo el terciario como líder de los sectores productivos.
El s. XX se inicia en Valladolid con una coalición de republicanos, unionistas y liberales, donde las élites políticas controlan sin problemas la gestión ciudadana. Hasta la Dictadura de Primo de Rivera, los alcaldes son designados por el poder central, y reflejan la inestabilidad imperante. Tras el golpe militar de 1923 se disuelve el Ayuntamiento, siendo destituido el alcalde constitucional, y a partir de 1924 entra en vigor el Estatuto Municipal, quedando Ayuntamiento y Diputación en manos de la arbitrariedad del gobierno. Con la 2ª República (1931-1936) se celebran elecciones municipales y se constituye un Ayuntamiento presidido por Federico Landrove Moiño. En este periodo continúa creciendo la población, siendo los problemas más graves de la ciudad la insuficiencia de viviendas y la insalubridad de los barrios obreros. El sector terciario se encuentra en decadencia, y el secundario en fase de desarrollo, cayendo las actividades primarias. A pesar de la proletarización del campesinado, no hay una especial conflictividad social. Al declararse la Guerra Civil, Valladolid opta por el bando nacionalista. El Ayuntamiento queda convertido en una comisión gestora, y la ciudad estará controlada por el ejército y las fuerzas de orden público, comenzando una persecución de todos aquellos simpatizantes con la izquierda. Posteriormente será sede del gobierno general y alto tribunal de justicia militar. Con el final del conflicto comienzan a manifestarse las dificultades de la postguerra (falta de viviendas, racionamientos...).
La población de Valladolid mantiene un crecimiento continuado desde 1940, al configurarse como una ciudad industrial. La vida estará marcada por los efectos de la guerra civil, principalmente por el hambre y la profunda crisis. Con la apertura del régimen al exterior a finales de los años 50, se produce una mejora en el aspecto económico, finalizando el racionamiento. En la ciudad se produce una profunda transformación socioeconómica, acelerándose el paso de una sociedad rural y agraria a otra urbana e industrial. Valladolid fue incluida en el Plan de Desarrollo de 1964 con importantes inversiones que generaron puestos de trabajo. El más relevante es el sector metalúrgico (Endasa), junto con el de automóviles (Fasa) y las fábricas de piensos, abonos (Nicas)...Sin embargo, la industria harinera entra en declive. La capital se transforma profundamente, tanto en las áreas industriales como con la expansión de las zonas de viviendas, gran parte de ellas subvencionadas, que originan nuevos barrios, y resolverán el problema del alojamiento de las numerosas familias llegadas de zonas rurales.
Tras la muerte de Franco se inicia un periodo de transición marcado por la convocatoria de elecciones, para lo cual debía producirse la legalización de los partidos políticos. En Valladolid triunfan siempre los socialistas. Tras las primeras elecciones se constituyen dos asambleas regionales en Villalar (socialistas) y Monzón (UCD), y se constituye también la Asamblea del Plenario de Parlamentarios, con la finalidad de obtener el decreto de preautonomía para Castilla y León. Se aprueba el 13 de junio de 1978 con un ámbito territorial que comprendía Cantabria y La Rioja. El 7 de junio de 1981 la Asamblea de parlamentarios y diputados provinciales aprobó en Salamanca el proyecto de Estatuto remitido al Congreso y al Senado, y se le dio luz verde en 1983. Las sedes de la Cortes y de la Junta de Castilla y León se fijan en Valladolid, y el Tribunal de Justicia en Burgos.
En la actualidad, con una población de más de 350.000 habitantes, Valladolid se ha fortalecido como capital regional y se ha convertido en una ciudad moderna y acogedora en continuo desarrollo urbanístico, lo que le permite ofrecer innovadoras propuestas culturales (Museo de Arte Contemporáneo, Museo de la Ciencia ) urbanísticas ( rehabilitación de la iglesia de San Agustín, recuperación del Casco Histórico...) y turísticas, atractivas tanto para el visitante como para quienes la han convertido en su lugar de residencia.
Valladolid
Valladolid es una ciudad española situada en el noroeste de la Península Ibérica, capital de la provincia homónima, y de la comunidad autónoma de Castilla y León.[1] Cuenta, según los datos del censo de 2007, con una población de 316.564 habitantes, lo que la convierte en la 13ª ciudad más grande de España.[2] [3] Por su parte, el área metropolitana de la ciudad, conformada por 23 municipios, con una población cercana a los 400.000 habitantes, es la 20ª de España.[4] [5]
Aunque existen indicios de asentamientos pertenecientes al Paleolítico inferior, Valladolid no tuvo una población estable hasta la Edad Media. Durante la repoblación de la Meseta, Alfonso VI encargó al conde Pedro Ansúrez su poblamiento, otorgándole el señorío de la misma en 1072. A partir de esta fecha se inicia su crecimiento, dotándose de distintas instituciones; Iglesia Colegial, Universidad o Alcázar Real. Esto le permitió convertirse en sede de la Corte castellana, y posteriormente, entre 1601 y 1606, capital del Imperio Español, hasta que la capitalidad pasó definitivamente a Madrid. A partir de entonces se inicia un periodo de decadencia que sólo se salvará con la llegada del ferrocarril, en el siglo XIX, y con la industrialización de la ciudad, ya en el siglo XX.
Conserva en su casco antiguo un interesante conjunto histórico, compuesto por casas, palacios, iglesias, plazas, avenidas y parques, junto con un importante patrimonio museístico. Entre los acontecimientos culturales que se celebran en la ciudad destacan la Semana Santa de Valladolid y la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI), entre otros.
Aunque existen indicios de asentamientos pertenecientes al Paleolítico inferior, Valladolid no tuvo una población estable hasta la Edad Media. Durante la repoblación de la Meseta, Alfonso VI encargó al conde Pedro Ansúrez su poblamiento, otorgándole el señorío de la misma en 1072. A partir de esta fecha se inicia su crecimiento, dotándose de distintas instituciones; Iglesia Colegial, Universidad o Alcázar Real. Esto le permitió convertirse en sede de la Corte castellana, y posteriormente, entre 1601 y 1606, capital del Imperio Español, hasta que la capitalidad pasó definitivamente a Madrid. A partir de entonces se inicia un periodo de decadencia que sólo se salvará con la llegada del ferrocarril, en el siglo XIX, y con la industrialización de la ciudad, ya en el siglo XX.
Conserva en su casco antiguo un interesante conjunto histórico, compuesto por casas, palacios, iglesias, plazas, avenidas y parques, junto con un importante patrimonio museístico. Entre los acontecimientos culturales que se celebran en la ciudad destacan la Semana Santa de Valladolid y la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI), entre otros.
El origen del nombre de la ciudad no está del todo claro; antaño se creía que provenía de Valledolit o Valle de Olit (بلد الوليد), un árabe que supuestamente poseía la ciudad;[6] sin embargo, esta teoría está prácticamente desechada. Otro posible origen pudiera ser Vallis olivetum; es decir, Valle de los Olivos, aunque dado el clima extremo de la ciudad no es muy probable que hubiera gran cantidad de olivos en la zona. Otra teoría, más aceptada que las anteriores, afirma que el origen de la palabra proviene de la expresión celta Vallis tolitum (Valle de Aguas), ya que por la ciudad pasan el río Pisuerga y el río Esgueva, que antes de su canalización, en el siglo XIX, se extendía por varios ramales. Otra teoría, y ésta más probable, es por el gentilicio vallisoletano, que se cree que proviene de valle del sol o valle soleado. En la Edad Media era llamada Vallisoletum,[7] por la gran cantidad de horas de sol que recibe el valle, tanto en invierno como, sobre todo, en verano.
Por último, también existe la teoría de Valladolid como contracción de valle de lid, lugar, por su llanura, donde se reunían los clanes y tribus prerromanos para sus enfrentamientos armados
Por último, también existe la teoría de Valladolid como contracción de valle de lid, lugar, por su llanura, donde se reunían los clanes y tribus prerromanos para sus enfrentamientos armados
Pucela
Juana de Arco, la Pucelle, ha inspirado la leyenda de la aparición del término Pucela.
El término Pucela se utiliza también, de forma popular, para denominar a la ciudad. De la procedencia de esta palabra existen varias teorías, que sitúan su aparición en el siglo XX.[8]
Se cuenta que en el siglo XV, unos cuantos caballeros vallisoletanos fueron con sus huestes a Francia, a luchar del lado de Juana de Arco en contra de los ingleses. A Juana de Arco la conocían como la Doncella de Orleans. En francés, doncella se dice pucelle, y en el castellano que se hablaba en aquella época, la palabra era muy parecida: pucela. Al terminar la guerra, los caballeros volvieron a Valladolid y comenzaron a contar sus hazañas y galanteos, y todo lo sucedido con la pucela de Orleans. A partir de entonces empezaron a llamarles pucelanos, y de ahí salió el epónimo de Pucela. Dado que no existe ningún documento que avale la existencia de estos caballeros y su participación en la Guerra de los Cien Años, la veracidad de esta teoría es muy discutida.
El profesor de la Universidad de Valladolid Celso Almuiña tiene una segunda teoría: Valladolid se encuentra en un valle y está regada por el río Pisuerga, el río Esgueva y el Canal de Castilla.[9] Por lo tanto, es una charca en mitad de un entorno seco. Esa charca bien se puede llamar poza, o su diminutivo pozuela, del cual derivaría Pucela.
El etnomusicólogo Joaquín Díaz sostiene que el término Pucela viene por la exclusiva que tuvo la ciudad con los cementos de Puzzeli, en Italia. Al ser Valladolid la ciudad desde la que se distribuían, cuando se entregaban los portes de cemento, se les conocía como pucelanos a los vallisoletanos que entregaban las cargas.[10] [11]
Juana de Arco, la Pucelle, ha inspirado la leyenda de la aparición del término Pucela.
El término Pucela se utiliza también, de forma popular, para denominar a la ciudad. De la procedencia de esta palabra existen varias teorías, que sitúan su aparición en el siglo XX.[8]
Se cuenta que en el siglo XV, unos cuantos caballeros vallisoletanos fueron con sus huestes a Francia, a luchar del lado de Juana de Arco en contra de los ingleses. A Juana de Arco la conocían como la Doncella de Orleans. En francés, doncella se dice pucelle, y en el castellano que se hablaba en aquella época, la palabra era muy parecida: pucela. Al terminar la guerra, los caballeros volvieron a Valladolid y comenzaron a contar sus hazañas y galanteos, y todo lo sucedido con la pucela de Orleans. A partir de entonces empezaron a llamarles pucelanos, y de ahí salió el epónimo de Pucela. Dado que no existe ningún documento que avale la existencia de estos caballeros y su participación en la Guerra de los Cien Años, la veracidad de esta teoría es muy discutida.
El profesor de la Universidad de Valladolid Celso Almuiña tiene una segunda teoría: Valladolid se encuentra en un valle y está regada por el río Pisuerga, el río Esgueva y el Canal de Castilla.[9] Por lo tanto, es una charca en mitad de un entorno seco. Esa charca bien se puede llamar poza, o su diminutivo pozuela, del cual derivaría Pucela.
El etnomusicólogo Joaquín Díaz sostiene que el término Pucela viene por la exclusiva que tuvo la ciudad con los cementos de Puzzeli, en Italia. Al ser Valladolid la ciudad desde la que se distribuían, cuando se entregaban los portes de cemento, se les conocía como pucelanos a los vallisoletanos que entregaban las cargas.[10] [11]
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