Artículo aparecido en Condé-Nast Traveler
46 cosas que tienes que hacer en Canarias una vez en la vida
Javier Zori del Amo
Aunque la vida lagarta es la vida mejor, este maravilloso archipiélago tiene otras muchas cosas que ofrecer. Así que ¡levántate y anda! Y de paso vete tachando, de Oeste a Este, estos deberes viajeros.
Publicado el 06.03.2014
1. Disfrutar de la isla de El Hierro de estos años, antes de que continúe con su inevitable transformación desde lo más alto, hasta lo más profundo, comenzando por el Mirador de las Playas para acabar haciendo…
2. Un poquito de submarinismo en uno de los fondos más ricos del mundo, donde la lava petrificada acoge a una flora y fauna marina muy diversa.
3. Darse un respiro en las piscinas naturales de La Caleta o La Maceta.
Piscinas naturales de La Maceta
4. Buscar la adrenalina del buen vivir en la Calle Real de Santa Cruz de la Palma, huyendo de los precios, del IVA que no es y de los jugosos comercios.
5. Perderse en los bosques de los Tilos de San Andres y Sauces, en una maraña épica de laurisilva y senderos misteriosos.
6. Creerse Indiana Jones mientras se entiende por qué La Palma fue declarada reserva de la Biosfera recorriendo la ruta del Cubo de la Galga. Y si el sentimiento está a flor de piel, dejarse emocionar por esta explosión de naturaleza.
7. Ver lo que se cuece en la Caldera de Taburiente, disfrutar (sí, se puede y se debe) de su centro de interpretación para acabar sumergiéndose en este mar de flora verde.
8. Creerse el rey del mundo I: apoyando la espalda en el centro astrofísico Roque de los Muchachos, tras un buen repertorio de curvas cerradas. Las vistas de este colchón de nubes y de la milagrosa nieve canaria merecen el esfuerzo.
5. Perderse en los bosques de los Tilos de San Andres y Sauces, en una maraña épica de laurisilva y senderos misteriosos.
6. Creerse Indiana Jones mientras se entiende por qué La Palma fue declarada reserva de la Biosfera recorriendo la ruta del Cubo de la Galga. Y si el sentimiento está a flor de piel, dejarse emocionar por esta explosión de naturaleza.
7. Ver lo que se cuece en la Caldera de Taburiente, disfrutar (sí, se puede y se debe) de su centro de interpretación para acabar sumergiéndose en este mar de flora verde.
8. Creerse el rey del mundo I: apoyando la espalda en el centro astrofísico Roque de los Muchachos, tras un buen repertorio de curvas cerradas. Las vistas de este colchón de nubes y de la milagrosa nieve canaria merecen el esfuerzo.
Así era Garajonay antes del desastre
9. Gritar a silbidos en la Gomera. O al menos asistir a una demostración cualquiera. ¡OMG, se entienden!
10. Llorar (un poquito) el desastre natural del Garajonay dejándose sobrecoger por la vista de los Roques desde el mirador de Degollada de Peraza.
10. Llorar (un poquito) el desastre natural del Garajonay dejándose sobrecoger por la vista de los Roques desde el mirador de Degollada de Peraza.
11. Sortear ramas sueltas, raíces aventureras (y algún que otro guiri despistado) en el espacio recreativo Laguna Grande, corazón del Parque de Garajonay, además de ser un cráter muy adormecido.
12. Teclear (desde el mar) las teclas de los Órganos, sobrecogedora formación rocosa volcánica al norte de la Gomera.
13. Tomarse un par de horitas paseando San Sebastián de La Gomera, circunvalando su Torre del Conde, ojeando la casa de Colón y vagando por sus coloridas calles.
12. Teclear (desde el mar) las teclas de los Órganos, sobrecogedora formación rocosa volcánica al norte de la Gomera.
13. Tomarse un par de horitas paseando San Sebastián de La Gomera, circunvalando su Torre del Conde, ojeando la casa de Colón y vagando por sus coloridas calles.
San Sebastián de la Gomera
14. Darse a la voraz fiebre del descuento y la compra barata en los horteras centros comerciales de playa de las Américas.
15. Recuperar la cordura avistando delfines y ballenas en la salvaje Costa Oeste tinerfeña.
16. Dejarse maravillar por los sobrecogedores acantilados de los gigantes. Atracar en cualquier caleta para adentrarse en la piel de la isla.
17. Divisar el Teide desde cualquier parte, a cualquier hora: dejándose atrapar por su icónico vértice desde rincones tan auténticos como la plaza de la Iglesia de Santiago del Teide.
17. Divisar el Teide desde cualquier parte, a cualquier hora: dejándose atrapar por su icónico vértice desde rincones tan auténticos como la plaza de la Iglesia de Santiago del Teide.
Mar de nubes del Teide
18. Reencontrarse con la Tenerife rural en pueblos como Garachico o Icod de los Vinos.
19. Cabrearse ante el drago milenario. No es para tanto.
Drago milenario de Icod de los Vinos
20. Devorar unas papas con mojo bajo cualquier excusa. Da igual dónde, da igual el maridaje.
21. Remojarse en agua (y cultura) en los Lagos Martiánez. Frikiapunte: los diseñó César Manrique.
22. Intentar entender por qué San Cristóbal de La Laguna es Patrimonio de la Humanidad paseando por la primera ciudad de estilo colonial español del mundo.
23. Darle una oportunidad a ese intento de ciudad cosmopolita que es Tenerife. Y de paso, encontrarle su aquel a uno de los Calatrava más lucidos.
24. Subir al Teide por La Orotava. Pellizcarse de vez en cuando para recordar que no se está en los Alpes. Parar a comer un plátano por el camino. Da igual la excusa. Hay que hacerlo y punto.
25. Creerse el Rey del Mundo II: Coronar Marte, quiero decir, El Teide.
26. Sentirse Sebas Álvaro en su pico aunque se haya subido en ascensor.
27. Pasárselo pipa con las plantas rarunas que hay en todo el Parque Nacional del Teide.
28. Hacer la croqueta (vestido o desnudo, esa ya es su elección) en las Dunas de Maspalomas.
Dunas de Maspalomas
29. Deambular extasiado (por el calor y los colorines) por el puerto de Mogán y su particular interpretación de Venecia. Practicar el Paddle Board en su canal y su tranquila playa.
30. Creerse el Rey del Mundo III: Parando en Roque Nublo y cortando, en carretera, la isla en dos. Mirar el famoso roque y creerse John Wayne en una western de John Ford.
31. Tomarse un chupito a la salud de cada uno de ron miel en Arucas. Y después, descubrir su vivas calles y su gótica catedral de San Juan, que ni es gótica (es neo) ni es catedral, aunque intente aparentarlo. No nos engaña.
32. Irse de cañas por la Vegueta y así descubrir de una manera diferente el barrio más carismático de Las Palmas de Gran Canaria y terminar engullendo un helado paseando por la Playa de las Canteras. Luego, si acaso, pero solo un ratito, tomar el sol en este oasis urbano.
33. Terminar campeón en el curioso rally a Cofete para acabar paseando la playa virgen más bonita del archipiélago.
34. Iniciarse al nudismo en cualquiera de las playas de la península de Jandía, Fuerteventura.
Playas de Jandía, Fuerteventura
35. Conducir desde Pájara a Betancuria por paisajes irreales, miradores espectaculares y montañas hinchadas. Parar un par de horas en Betancuria para pasear la primera capital de la isla, sanarse en su tranquilidad e hincarle el diente a un buen pedazo de queso majorero.
36. Intentar hacer kitesurf en Corralejo. Y si no, practicar el deporte (menos extremo) de brincar por sus famosas dunas.
37. Hollar la cima un volcán, iniciarse al submarinismo, pasear entre volcanes… en una mini isla. Y es que el Islote de Lobos es carne de dominguerismo.
38. Ir de caleta en caleta por la punta de Papagayo, gozando del Lanzarote más playero.
Punta Papagayo
39. Asombrarse ante la paleta de colores de El Golfo, con el verde del Charco de los Ciclos contrastando con la arena más morena. Y si hay suerte y buena compañía, darse un buen abrazo irrompible.
40. Marearse haciendo la ruta de los volcanes en Timanfaya. Sentirse un poco guiri viendo las erupciones de agua y los pollos asándose al calor de la tierra en el Parque.
41. Encontrar esos milagros que son las vides de La Geria. Disfrutar del encanto de sus bodegas viejitas de piedra volcánica y blanco reluciente.
Viñedos de La Geria
42. Hacer surf (o intentar ligar con un surfero/a) en Famara, con los ojos pendientes del impresionante abismo en el que se corta la tierra.
44. Juzgar a César Manrique siguendo su ruta, desde sus esculturas recicladas presidiendo rotondas hasta su sorprendentes Jameos del Agua. Agradecerle, en todo, caso, su buen gusto y su empeño por preservar la isla de abominaciones hoteleras y otros desvaríos estéticos.
45. Ascender hasta el Mirador del Río para sobrecogerse mientras La Graciosa parece el escenario de un juego de simulación social.
46. Cruzar hasta la Graciosa y darse a una vida ermitaña pero actual, en pleno contacto con la naturaleza.
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